
Desde los pointy feet, pasando por las mallas ultra adherentes, el pelo aplastado, las sonrisas a prueba de bomba atómica, los cuerpos como delfines ultra brillantes, y por supuesto, sus habilidades subacúaticas impresionantes.
Desde la primera vez que las vi en las Olimpíadas de Los Ángeles en 1984 quedé totalmente fascinado y prendido.








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